Hermanos energúmenos:
Luego del derrotero al que fuimos sometidos por el "Bilardo" de Lomas que nos mostró una extraordinaria colección de decisiones contrarias al espíritu del rugby infantil, se hizo la luz y la providencia nos puso rumbo a Boulogne, más precisamente al Anexo del San Isidro Club, para que de la mano de uno de los clubes con más cantidad de jugadores en el mundo tuviéramos un sábado de redención rugbística.
Fue sorpresiva la invitación; a las apuradas pudimos avisarles a todos, pero valió la pena ir a jugar con casi ochenta jugadores del Sic y ser arbitrados por gente que lo único que quieren es enseñar, que ni siquiera se les ocurriría empañar un encuentro con artimañas para lucirse con algún triunfo efímero y que siempre nos atienden de primera.
Para ser objetivamente descriptivo la diferencia con Lomas es la misma de la metáfora del título: nos fuimos del purgatorio directo al Paraíso.
Hasta el clima que tuvimos abraza mi argumento porque del calor húmedo sufrido en el sur pasamos a una mañana bien templadita, casi primaveral. El único detalle que estropeo un poquito el colagge fue la menor asistencia de energúmenos al partido. Aunque 27 es un numerito que nos permitió armar dos equipos de 13 con un suplente, con el 34 del sábado anterior nos llevamos mucho mejor. Sobre todo porque nuestros anfitriones, La séptima del Sic, tenía para jugar simultáneamente con: nuestros 27 (dos equipos), Los Cardos de Tandil (un equipo) y Sporting de Mar del Plata (1 equipo); o sea que tenía cuatro equipos en cancha más, por lo menos, seis suplentes cada uno. Un divino y envidiable caos que tratan de organizarlo de la misma forma que nosotros equilibrando las potencialidades para que cada equipo pueda estimular sin discriminar por calidad.
Arrancaron 10.30 aprox. con los partiditos con los tímidos primeros tiempos, a los que últimamente nos tienen acostumbrados. El balance en los equipos era bien ajustadito, teníamos todos los recursos nivelados, en perfecta armonía con el cosmos. Durita venía la cosa porque en los segundos tiempos entraban los refuerzos para renovar el aires de los locales. Cosa que en los primeros partidos no se notaba pero a medida que pasaban y pasaban y pasaban, muchachitos del Sic la cosa se tornaba heavy.
Primeros encuentros abajo, ahí... por poquito. Los segundos ya fueron mas ventajosos y al entrar en ritmo estos equipos del San Isidro sufrieron a las dos escuadras de Nuñez en su apogeo. Fueron dos cotejos favorables para los energúmenos con todo lo enseñado y generando juego por todos los rincones del la cancha. Un detalle que debo mencionar es que aparte de jugar con 13 jugadores el tamaño de la cancha era mucho más ancha de lo acostumbrado, algo que toda la mañana les costó pero que cuando el aire era abundante pudieron remediar. Del lado del Sic había siempre un juego colectivo muy interesante al que debemos aspirar y que nos muestra que estamos cerquita porque por momentos había bastante de ese juego colectivo en nuestros ataques.
Capítulo aparte el duelo de los veteranos de la 96 con su ex-compañero y amigo Lucas Soto. Desafío de gordos que trataban de bajarse a fuerza de tackles mutuamente, pero que durante todo el partido se divirtieron como cuando tenían la misma camiseta.
Siguieron dos partidos más y dos resultados: uno bien favorable y el otro por poquito no le hizo juego.
Cosas para destacar muchísimas pero lo más importante es que dos equipos de la 96 de Ciudad jugaron y se divirtieron con toda la séptima del Sic; los dos lo hicieron de manera tal que en ningún momento fueron superados, siempre se mantuvieron en partido con resultados ajustados, a favor y en contra, pero siempre mostrando los cojones del burro que los representa y generando la baba de entrenadores, ayudantes, padres, madres y algún encariñado simpatizante.
Podeís ir en Paz...
Amen.
EL RENEGAU
HOMBRE SANTO, SI LO HAY...
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