Ciudad de Buenos Aires festejó el sábado luego de derrotar a Italiano y clasificar para Reubicación del Grupo I. En el corazón del club de Núñez nuestro hombre Martín Schiappacasse te cuenta sobre esta hazaña y te regala las imágenes más espectaculares del festejo albiceleste.
Cuando el árbitro Pichot marcó el final de la contundente victoria de Muni frente al siempre duro Club Italiano, una extraña sensación recorrió mi cuerpo. Hubiera esperado que los jugadores y el cuerpo técnico estallaran en llanto, deambularan desesperados buscando otros jugadores a los gritos, que la gente corriera desesperada, enloquecida y desbordada; y yo mismo no supiera hacia dónde disparar mi cámara. Sin embargo fui testigo de un festejo moderado, plagado deemoción, abrazos y sonrisas.
La explicación es simple. Una cosa es ver rugby al costado de la cancha y otra muy diferente es jugársela adentro de la línea de cal. La humildad, el sacrificio y el respeto han sido desde hace largos años pilares fundamentales en el rugby del club de Núñez. Los 15 de Muni llegaron a esta última final, sabiendo que la historia de su club estaba en sus manos, cuando ganaron, no tenían nada mas que decir, simplemente buscar al mas cercano, abrazarlo y llorar en silencio. Lo mismo paso afuera, el cuerpo técnico, los jugadores de planten superior, los juveniles e infantiles, la tremenda hinchada alvicelenste, las madres y los padres del rugby de muni; todos ellos, sintieron los mismo que los gerreros de adentro.
Lo que vi fue una especie de abrazo gigante, sincero e interminable. Cientos de personas hechas una, que parecían miles, en un círculo pequeño, formidable, sólido e inspirador.
Ciudad de Buenos Aires consiguió el logro deportivo más importante de su historia al clasificar para la Reubicación el Grupo I. Su gente lo vivió fiel a su estilo, como un grupo de amigos que no tiene más pretensiones que jugar al rugby, divertirse, ganar, formar hombres y educar a los más pequeños.
Las claves de este histórico hecho deportivo pueden ser varias, sin embargo creo que el ingred
iente más significativo fue el cambio de actitud dentro del terreno de juego que lograron impregnarle a sus dirigidos Pablo Turk en su tercera temporada como couch y Martín Soldano, que hizo su debut este año. La dupla técnica se conoce y conoce más aún a sus jugadores. Nacidos en Ciudad, Turk y Soldano hacen realidad el sueño de todo Muni y por ende el suyo mismo. Esto logró que la evolución del grupo de jugadores llegue a un pico altísimo en este 2009. La combinación de experiencia y juventud del sólido plantel finalmente dio sus frutos al fundirse en perfecta armonía referentes de largos años en primera como el capitán Eduardo Dubín e Ignacio Ramos, que para mi gusto tuvo este año su mejor temporada, junto al despliegue y juventud de los tremendos talentos de Fernando Gutiérrez y Ezequiel Pardo. Esto, sumado a un sólido scrum, un pack de fowards ásperos, las motos ninja de Lucho Girotti y Javier Rubial por las puntas, que se dedican a desarmar cualquier defensa; y el retorno de Rodolfo Broggi para su despedida, que como octavo es la espina dorsal del equipo, armaron como un partido de ajedrez perfecto este Ciudad versión 2009.
El sacrificio de todo el plantel superior es el último ingrediente de este plato fuerte y delicioso que para llegar a este festejo, tuvo que pasar durísimas pruebas al derrotar a todo el que se le puso adelante en esta primera mitad del año. De esta manera y no otra fueron voltenado muñecos de a uno y fueron víctimas del rigor albiceleste equipos como Casa de Padua, San Patricio, St. Brendans, Matreros, San Marcos e Italiano. En una mitad de año para el recuerdo, Ciudad mostró todo su poderío luego de muchos años de arduo trabajo en un rugby que se debate entre el amateurismo y el profesionalismo. Con el pecho bien inflado Muni disfrutó hasta bien entrada la noche del sábado un merecido logro. Con pico, pala, humildad y sacrificio estos pibes le sacaron el jugo a un deporte de amigos y no de socios comerciales.
Para el cierre sólo se puede seguir felicitando a todo el plantel superior de Ciudad de Buenos Aires y a su Cuerpo Técnico entero. El conjunto de Núñez toca el cielo con las manos, pero en insólito gigantismo sigue con los pies sobre la tierra. Sacrificio y Rock and Roll sonaba en el tercer tiempo. La diferencia fue que esa noche no tocó Pier, sino los 15 del bajo, humildes, fieles, y entregados al esfuerzo. Brindo por ellos y por este histórico logro. Para la segunda mitad de año como siempre se lo recomiendo, venga a ver a Muni, que tiene algunos conejos en la galera.

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