Hola Juan,
Podría decírtelo personalmente, pero te merecés que esté escrito como tan valientemente hacés vos cada lunes. Compartimos tanto el amor por nuestros hijos como, el tan raro de entender para muchos, que es el amor por el rugby. Estoy convencido del bien que les hace y con palabras tan humildes y claras como las tuyas aún más.
Confieso que este sábado por primera vez me atreví, por error, a señalarle a Valenchu algunas posiciones durante el partido, que por la grandeza de los chicos me enteré de su boca lo malo que le hacía recibir de su papá lo que deseaba que hiciera, olvidándome que era él y no yo el que estaba jugando; más sabiendo desde hace años que nadie, ni nuestros hijos, podrán traernos de vuelta los años en que jugábamos.
Nunca me creí la genialidad de los chicos, pero es cierto también que empezó a gustarme mucho esto de que pocos pudieran superarlos, con el agregado de lo divertidos que estaban siempre en la cancha, recordando más las bromas al final del partido (en la cancha con barro, las duchas, sus cánticos a la superior, etc.), que las jugadas de esa mañana.
A Sergio y Marcos los respeto, los quiero, los banco y les entrego a Valenchu con total confianza. Son ellos quienes saben enseñarle a los infantiles y no al menos yo que los acompañamos cada sábado. Comparto que los destacados del sábado fueron justamente los humildes que sólo pensaron en el juego y en sus compañeros.
No se bien que pasó ese mediodía, pero les sugiero que conversemos los mayores, para que los chicos puedan disfrutar más todavía del juego, cada entrenamiento y partido. A los papás que conozco los sé capaces de escuchar y entender el espíritu del rugby infantil, que dicho sea de paso todos lo aprendemos un poco más, cada fin de semana.
Un abrazo
Podría decírtelo personalmente, pero te merecés que esté escrito como tan valientemente hacés vos cada lunes. Compartimos tanto el amor por nuestros hijos como, el tan raro de entender para muchos, que es el amor por el rugby. Estoy convencido del bien que les hace y con palabras tan humildes y claras como las tuyas aún más.
Confieso que este sábado por primera vez me atreví, por error, a señalarle a Valenchu algunas posiciones durante el partido, que por la grandeza de los chicos me enteré de su boca lo malo que le hacía recibir de su papá lo que deseaba que hiciera, olvidándome que era él y no yo el que estaba jugando; más sabiendo desde hace años que nadie, ni nuestros hijos, podrán traernos de vuelta los años en que jugábamos.
Nunca me creí la genialidad de los chicos, pero es cierto también que empezó a gustarme mucho esto de que pocos pudieran superarlos, con el agregado de lo divertidos que estaban siempre en la cancha, recordando más las bromas al final del partido (en la cancha con barro, las duchas, sus cánticos a la superior, etc.), que las jugadas de esa mañana.
A Sergio y Marcos los respeto, los quiero, los banco y les entrego a Valenchu con total confianza. Son ellos quienes saben enseñarle a los infantiles y no al menos yo que los acompañamos cada sábado. Comparto que los destacados del sábado fueron justamente los humildes que sólo pensaron en el juego y en sus compañeros.
No se bien que pasó ese mediodía, pero les sugiero que conversemos los mayores, para que los chicos puedan disfrutar más todavía del juego, cada entrenamiento y partido. A los papás que conozco los sé capaces de escuchar y entender el espíritu del rugby infantil, que dicho sea de paso todos lo aprendemos un poco más, cada fin de semana.
Un abrazo
Oscar Larroy
(mail públicado con su permiso)
0 comentarios:
Publicar un comentario